Históricamente la Navidad es conocida como el día memorable en que nació Jesús, el Salvador de la humanidad. También simboliza una verdad profundamente significativa en la espiritualidad. Jesucristo vivió y simbolizó la Conciencia Divina. Él es la personificación misma de la Divinidad.
Nació en un momento en que la ignorancia, la superstición, la avaricia, el odio y la hipocresía prevalecieron sobre la tierra. Los gobernantes eran arrogantes e injustos. La gente era avariciosa, indolente y descuidada. La pureza estaba en el olvido. La moralidad fue descuidada al igual que el idealismo.
En medio de estas condiciones, Cristo nació y logró una transformación en la vida de las personas. Dio un giro espiritual a la vida del hombre. Hubo un cambio en la tierra. La gente comenzó una nueva forma de vida. Así, una nueva era amaneció para el mundo.
Esas condiciones de oscuridad, impureza y materialismo que prevalecieron antes de la venida de Cristo simbolizan el estado interno de aquel que no tiene consciencia de su espiritualidad. Son el período oscuro en el que la persona no piensa en aquello que lo trasciende y sólo busca lo material sin importarle los demás seres. Es un esclavo de sus sentidos sin ideales espirituales. El deseo, la arrogancia, la avaricia y la sensualidad caracterizan su personalidad. Su Ego danza en una vida de lujuria, ira, apego ilusorio, orgullo y celos.
A través del trabajo personal, ese ser puede llegar a evidenciar el despertar de su Ser Crístico, en el que bajo el control de su ego, entra en una nueva etapa de aspiración espiritual, pureza y devoción. Es allí cuando el espíritu de Cristo nace en su corazón, el espíritu Divino se expresa en el corazón del hombre y comienza la verdadera Navidad.
A partir de entonces, la luz comienza a brillar donde antes había oscuridad. La ignorancia da lugar a la sabiduría. La impureza es reemplazada por la pureza. El odio cesa y el amor florece.
En estas fechas date permiso para ser feliz. La felicidad no se condiciona. Simplemente se vive. Conéctate con tu esencia divina y permite que Cristo nazca en tu corazón. Tras ello aparecerá un maravilloso cargamento de regalos: contención y simplicidad, serenidad y paz inquebrantables, equilibrio mental, valentía y dedicación perfecta a la adoración de Dios a través del servicio del hombre.
En su núcleo más íntimo, el hombre es esencialmente Divino. Pero en este campo de la personalidad humana, dos fuerzas siguen actuando. Son las fuerzas del bien y del mal, de la luz y de la oscuridad. Lo Divino y lo no divino, desde el amor y el miedo operan en la conciencia humana. Vencer y erradicar por completo los elementos no divinos y manifestar plenamente la divinidad en toda su luz radiante y gloria sólo se logrará mediante la práctica espiritual.
Recuerda que Jesucristo nació en un simple y humilde lugar, en el rincón de un establo. Nació de padres humildes y pobres, que no tenían nada más que su propio carácter inmaculado y su santidad. Nació en la oscuridad de la noche, sin fiestas ni jolgorios. Por eso, sea cual sea tu situación económica, no necesitas más que abrir tu corazón para sentir la magia de la Navidad permitiendo que la Luz de Cristo brille en ti.
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